
Las rosas desprenden un perfume suave y denso, los claveles más alegre y fresco, los jazmines inundan las noches con su aroma embriagador. Pues las flores ya no huelen tanto como hace un par de siglos. La contaminación atmosférica influye negativamente en su olor. Así lo creen científicos de la Universidad de Virgina, en Estados Unidos.
Su fragancia sigue siendo la misma pero no llega igual a nuestro olfato.
Es un serio problema para los insectos porque pierden su referencia.
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